jueves, 30 de junio de 2011

"Solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos"



“Sé que en algún lugar del mundo, existe una rosa única, distinta de todas las demás rosas, una cuya delicadeza, candor e inocencia, harán despertar de su letargo a mi alma, mi corazón y mis riñones.
A esa rosa, donde quiera que esté, dedico este trabajo, con la esperanza de hallarla algún día, o de dejarme hallar por ella.
Existe… rodeada de amapolas multicolores, filtrando todo lo bello a través de sus ojos aperlados, cristalinos y absolutamente hermosos…”.
Antoine de Saint-Exupèry
Cuando no tienes más que añadir es mejor quedarse 'solo' con las comillas.

miércoles, 22 de junio de 2011

Pan y cebolla sí, pero a partes iguales

"Sí, quiero". Dos palabras y tienes un compromiso de por vida. Un par de minutos, un intermediario, sendas firmas y ahí está el contrato vinculante para el resto de tus días. Pero, ¿por qué nos casamos? La Historia nos ha enseñado que las uniones matrimoniales servían para fortalecer imperios, reinos y fortunas, muy lejos de los edulcorados finales de los cuentos de Walt Disney. El 'vivieron felices y comieron perdices' así como el más casero 'contigo, pan y cebolla' no podrían estar más alejados de la realidad hoy día.


     El matrimonio, aunque simbolice una unión sagrada "que solo Dios puede romper", es también una manera de afianzar otros pilares igual de importantes que el amor y la fidelidad. Que nuestro hogar sea 'nuestro', que nuestros hijos tengan un respaldo jurídico, que el cónyuge pueda visitar a su otra mitad si ésta agoniza en la habitación de un hospital, herencias, pensiones y otros inconvenientes, nada románticos ni shakespirianos que hay que apalabrar, por si acaso.


     Pero como dijo la cantante de Chipiona, Rocío Jurado, el amor se rompe de tanto usarlo y luego vienen los llantos, las lamentaciones, la delgada línea roja y los abogados, los pleitos y el desembolso que conlleva un divorcio. Lo que quizá muchas parejas desconocen, o simplemente sucumben a la perpetuidad de las tradiciones por muy arcaicas que parezcan, es que existen otras modalidades de unión entre dos personas que se aman, con la misma implicación y compromiso. Las parejas de hecho disfrutan de las mismas ventajas que otra que ha jurado los santos sacramentos salvo que no firma un contrato: ni te quedas sin bienes, los hijos de la pareja estarán amparados, manutención, régimen de visitas, pensiones de viudedad, etc.


     Entonces, si todo en apariencia es similar, ¿cuál es el porqué de una boda? Yo no voy a responder a esta pregunta. Hacedlo vosotros. Solo sé que puede ser una experiencia preciosa y única si la vives con la persona adecuada. En definitiva, como todo en esta vida.