jueves, 14 de octubre de 2010

Asesinadas por ser mujeres

Mientras aún tenemos presente el debate sobre cómo llamarlo, violencia de género, machista o doméstica, otra mujer ha muerto a manos de su pareja. Este año va camino de superar las cifras del anterior ya que, la de hoy suma 55 mujeres muertas, las mismas que en todo 2009. Con el drama que esto supone, es inevitable pensar que el sistema, las leyes, incluso un Ministerio creado para paliar esta lacra, no cumplen con su deber.

     Aunque, si observamos las cifras, vemos que sólo ocho de cada diez mujeres muertas en 2010 habían denunciado a sus agresores. Como bien ha dicho la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, "si las mujeres no denuncian, el sistema no tiene conocimiento de estas agresiones y no puede hacer nada por ellas". A pesar de ello, diez de estas mujeres asesinadas tenían una orden de alejamiento contra sus maltratadores y, aún así, acabaron como la que hoy ocupa las páginas de Sociedad de los periódicos.

     Entonces, ¿qué es lo que falla? ¿Necesitamos más campañas publicitarias o mayor concienciación social? El problema, sin duda, está dentro del entorno más íntimo, el familiar y ahí no puede entrar ningún nuevo Ministerio, ni campañas televisivas, ni la Aído si la mujer es la que limpia, cocina, cuida y atiende por el simple hecho de serlo. Nada puede cambiar, ni las cifras dejarán de aumentar si no trasladamos la protesta y el 'basta ya de violencia machista' a nuestras casas. Porque en el lugar donde una mujer debe sentirse más protegida y a salvo debe ser su hogar, no una casa de acogida, la comisaría o el juzgado.

     Si comenzamos desde el origen de la discriminación genérica, si nos enseñamos desde niños que en casa todos hacemos de todo, que ninguno es más o mejor que el otro por el hecho de ser hombre o mujer, no existirá esa diferenciación ni, por tanto, el abuso o el dominio sobre ellas, sustentado por arcaicos valores del pasado durante demasiado tiempo.

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